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Fieltro o namad vintage Baluch de Andkhoy, Afganistán
Este extraordinario namad (fieltro) turkmeno de Andkhoy, procedente del norte de Afganistán, presenta un diseño inusualmente elaborado para este tipo de piezas. Tradicionalmente, los fieltros turkmenos muestran patrones grandes y audaces debido a las dificultades técnicas que implica su elaboración. Sin embargo, este ejemplar destaca por una composición mucho más compleja y minuciosamente ejecutada.
El campo está dominado por medallones de estrellas de ocho puntas: un motivo central completo, flanqueado por dos medallones parciales que equilibran la composición. La superficie está ricamente decorada con pequeñas flores que llenan gran parte del campo y se prolongan hacia el borde principal, demostrando una atención al detalle extraordinaria. En contraste, el borde exterior presenta un motivo geométrico que enmarca la pieza con un efecto visual llamativo.
La paleta de colores es cálida y brillante, realzando la vitalidad de los intrincados diseños. El fieltro es algo más delgado de lo habitual, y los bordes muestran un leve desgaste acorde con su antigüedad. Por su estructura más fina, esta pieza se recomienda como tapiz mural o para un área de poco tránsito.
Un exquisito ejemplo de la artesanía de Andkhoy — raro por su nivel de detalle y refinamiento artístico.
Material: 100% lana de oveja hilada a mano
Tamaño: 257×173 cms
Origen: tribu Baluch, Andkhoy, Afganistán
Tejido en los años 1970
Fieltro (persa medio y moderno namad), material producido mediante el proceso de enfieltrado: el entrelazamiento de fibras animales en todas direcciones, realizado de manera adecuada para formar una masa blanda y homogénea.
La técnica fue originalmente ideada en las comunidades nómadas de Asia Central, y se extendió hacia China y el mundo griego mucho antes del siglo III a. C., aunque durante mucho tiempo permaneció confinada al continente asiático.
Producción. El método de fabricación del fieltro, bastante simple y uniforme, constituye la base de una gran cantidad de productos que aún se utilizan hoy en día. Como ocurre a menudo, la aparente banalidad del fenómeno ha llevado a los investigadores a pasarlo por alto; por ello, las técnicas, los usos y la estética del fieltro siguen siendo relativamente desconocidos, especialmente en comparación con los del tejido, considerado un arte más “noble”.
Las principales materias primas utilizadas en la producción de fieltro son la lana de camello y de oveja (preferiblemente la de otoño, correspondiente a la segunda esquila, y la lana de cordero, que es más fina), así como el pelo interno de la cabra, obtenido mediante el peinado del animal, lo que produce un fieltro de mayor calidad.
La mayoría de los fieltros se elaboran con lana natural en tonos blanco, beige, marrón, gris o negro. Además, algunos tipos de fieltro claro pueden estar decorados en mayor o menor medida. Existen varios métodos aplicables en distintas etapas del proceso de producción: antes del remojo, pueden colocarse mechones de lana previamente teñida para formar los motivos deseados; antes de que el fieltro se seque, los diseños pueden realizarse con tintes; y una vez seco, el fieltro puede ser bordado, recortado decorativamente o repujado.
El fieltro se produce, en cierta medida, en todas partes: tanto en el ámbito doméstico —situación frecuente en zonas rurales, donde hombres y mujeres trabajan juntos, generalmente bajo la dirección de las mujeres— como dentro del ejercicio artesanal propiamente dicho. Los fabricantes profesionales de fieltro, generalmente hombres, se agrupan en barrios o bazares especializados. Su actividad suele ser estacional, y a menudo se desplazan de una ciudad a otra.
Los fieltros (namad) son auténticas creaciones artísticas, nacidas de la imaginación y la sensibilidad de las tejedoras. A diferencia de las alfombras o los kilims, donde la urdimbre y la trama imponen una estructura rígida, el fieltro ofrece libertad total de forma y composición.
En el proceso del enfieltrado, la lana se transforma bajo la presión, el agua y el movimiento, pero también bajo la energía creativa de las manos femeninas. Las artistas pueden dibujar directamente con la fibra, superponer colores, improvisar motivos abstractos o figurativos, y dejar que el material hable por sí mismo.
Así, los fieltros no solo cumplen una función práctica, sino que se convierten en espacios de expresión personal y colectiva, donde las mujeres plasman su mundo interior, su entorno natural y su memoria cultural sin las limitaciones técnicas del tejido.
1 disponibles
Información adicional
| Peso | 5,8 kg |
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